Y es esa sensación que te envuelve en la distorsión, los platillos, el bombo, el bajo continuo y furioso. Sentirse libre, sin ataduras ni estrés. No tener que pensar en TODO lo que tienes que hacer, sino vivir el presente, seize the day, saltar hasta el techo y que el pelo baile contigo al ritmo de la música.
Mirarla, que ella me mire y sonreír las dos.
Siempre me ha encantado. Lo triste, es que mi cámara nunca está allí por miedo a que le hagan daño. Pobre.
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